Es cierto que la figura de Koolhaas es relativamente desconocida, y es cierto también que resulta sorprendente si se tiene en cuenta el alcance de sus reflexiones teóricas y el bagaje intelectual que se esconde tras sus obras, por una parte, y la influencia (al menos a priori) que ha tenido sobre la generación de arquitectos formada entre los años 90 y principios de los 00.
Como ya describe Dani, hay un aspecto a considerar: su producción teórica incluye una crítica muy contundente hacia la sociedad en general y hacia el papel del arquitecto en particular; críticas estas que van a la raíz de la sociedad de consumo y que no dejan indiferente al que realmente lee sus textos con ánimo de comprender (y no de verse justificado).
Cabría preguntarse entonces si su la figura y obra de Koolhaas no es tanto desconocida como deliberadamente ignorada por aquéllos que huyen de la autocrítica y la complejidad, y que prefieren refugiarse en la figuración formal de la contemporaneidad y sus pliegues más literales que conceptuales.
A esto hay que añadir que, incluso en su Holanda originaria, donde su discurso fue el eje del debate durante muchos años, la aproximación que ha hecho la generación formada a su sombra ha sido principalmente formal, dando lugar a una arquitectura y un urbanismo visualmente atractivo (y exportable, despegando en Borneo-Sporemburg y aterrizando en Copenhage y Hamburgo, entre otros) pero sin excesivo trasfondo teórico.
La simple lectura rápida de dos de sus textos más breves y a la vez más arrolladores (Generic City y Junkspace) nos da idea de por qué preferimos ignorarle que aceptar sus comentarios. Es nuestro propio error -no pensamos en nada mejor que hacer. El consumo es el blanco principal de sus críticas, y con él una sociedad completamente anestesiada y deliberadamente desorientada por los poderes políticos y económicos. En sus escritos salta constantemente de la arquitectura a la política y a los comportamientos sociales: para que estos vínculos queden claros su redacción como periodista de vieja escuela no deja lugar a dudas:
El espacio basura es política: depende de la eliminación central de la capacidad crítica en nombre de la comodidad y el placer
Política, arquitectura y sociedad, conceptos relacionados incluso en la misma frase, para que no se pierda ni siquiera aquél que quiera perderse. Es por ello que el lector arquitecto se ve constantemente atacado y frecuentemente ridiculizado como cómplice del devenir urbano y arquitectónico actual, en parte por su irresponsabilidad, en parte por su torpeza:
Los arquitectos nunca han podido explicar el espacio y el espacio basura es el castigo que hemos recibido por sus mistificaciones.
En el caso español, la impermeabilidad inicial a las reflexiones y planteamientos arquitectónicos de Koolhaas se debía, en mi opinión, a un aspecto positivo que la profesión aún mantenía en la península: la compacidad en su formación como oficio, y la solidez de sus planteamientos, con una hibridación auténtica entre concepción espacial, sintaxis constructiva y realidad urbana. No obstante, no empleo el tiempo pasado por casualidad, ya que por múltiples razones que todos conocemos este prestigio del oficio se está desmoronando, si es que no lo ha hecho ya completamente. En esta debacle influye por supuesto la coyuntura externa pero también la endogamia de la que hemos sido presas. La realidad urbana y los debates arquitectónicos han discurrido por caminos tan diferentes que en este momento es difícil hacerles converger de nuevo:
“Hemos estado leyendo una nota a pie de página con el microscopio con la esperanza de que se convirtiese en una novela, nuestra preocupación por las masas nos ha cegado para la arquitectura del pueblo”
De nuevo doble impacto:
- Efectivamente, creo que es hora de que en las escuelas de arquitectura se deseche el microscopio y se mire por la ventana.
- Utilizar el término “pueblo” sin rubor es, cuanto menos, extemporáneo. Pero tal vez su sana recuperación sirva para implementar estrategias que realmente apuesten por el bien común, y nos dé respuesta a la pregunta (retórica, ¿o no?):
¿Es la humanidad la suma de 3 y 5 billones de mejoras individuales?
Jorge Moreno Fernández
Citas de Rem Koolhaas extraídas de: La ciudad genérica y Espacio basura